Antiguamente la religión
se vivía muy al pié de la letra y casi con miedo.
En Semana Santa, la muerte
de Cristo se vivía con mucho dolor, dolor de duelo por su muerte.
Había una serie de
costumbres que todo el mundo cumplía, como por ejemplo:
Colgar las escopeta
dentro de las casas con el cañón hacia abajo.
Ni el Jueves ni el
Viernes Santo se podía trabajar, no se podían utilizar
herramientas como cuchillos o hachas, no se podía cortar leña...,
se estaba de duelo y todos estos trabajos había que hacerlos con
anterioridad.Tampoco se podía escuchar la radio.
Era un respeto total por
la muerte de cristo,un sentimiento muy profundo.
No se podía repetir
la comida al mediodía y por la noche. Si se hacía se perdía el
ayuno. Hay que tener en cuenta que la variedad de comida que hay hoy
en las casas no es la que había antes.
Todos lo santos se
tapaban tanto en la iglesia como en las casas.
Desde la noche del
viernes no se comía nada hasta el mediodía del sábado porque se
iba a comulgar y 12 horas antes no se podía tomar nada.
No se decían tacos
ni palabras malsonantes por respeto a Dios muerto.
En cuanto al menú, el
jueves y viernes santo era el mismo:
Se empezaba comiendo
naranja en rodajas con canela y azúcar (para que no se hinchara
mucho la barriga).
De primero, potaje de
garbanzos y habichuelas con bacalao.
De segundo, albóndigas
de pescado (boquerones, atún, bacalao, etc).
Después, tortilla de
bacalao, collejas, espárragos, patatas o acelgas (varias tortillas).
Si quedaba hambre, unas
tajaditas de bacalao frito antes del postre que eran natillas y arroz
con leche, hechas en la perola de cobre.
Hoy en día se sigue
guardando la tradición de la comida en muchas casas, pero no el
sentimiento con el que se vive la Semana Santa, sobre todo por parte
de la gente jóven.
Francisco Pareja
Remedios Comino
María Romero